Ondorengo testua “La espeleología
de Cataluña” artikuloaren apendize moduan argitaratu zen 1910ean. Artikulu
nagusia Real Sociedad Española de Historia Natural erakundearen memorietako bat
duzue, eta interesgarria da ordurarteko espeleologiaren historiaren azalpen
luze eta exhaustiboa egiten baitu (ez bakarrik Kataluniakoa), haitzuloen
munduan biltzen diren diziplina desberdinen azalpenak ere emanda. Hala ere,
guri apendize hau egin zaigu deigarriena: XX gizaldi hasieran erabiltzen ziren
esplorazio teknikak aurkezten dizkiguna. Deskribapenak oso grafikoak dira, eta
marrazki batzu ere agertzen dira testuan (gehiago ere ba zeuden jatorriz, baina
seguraski aparte argitaratuko ziren lamina modura, eta bertsio dijitalean ez
daude eskuragai).
Deskribapenetako batzu, bistan
da, farremurritza aterako digute (leizeetan sokak erabiltzeko modua,
argitasunari dagokiona, gela handien altura neurtzeko sistema...). Izan ere,
espeleologiaren teknifikazio maila altua da gaur egunean. Arrazoi horrengatik,
hain zuzen ere, da hain miresgarria gure aurrekoek asmatu zituzten soluzioak
ezagutzea, ordurarte esploratu gabeak ziren eremu ilunetara nolabait jeitsi
ahal izateko.
Esate baterako: gaur egunean plastikoa
baino gauza arruntagorik ez dago, eta gehienok ezingo ginateke moldatu material
sintetikoen faltan. Testu honetako espeleologoek kristala, larrua eta ehun
bejetalak darabiltzate, detailerik modernoena kautxoa delarik...
Mosén Marià Faura argazki handian, eskubian kaskoarekin agertzen dena duzue. |
Artikuluaren testuinguruan hobeto
kokatzeko kontuan har dezagun, XIX-XX mendeen artean, lurpeko munduaren
esplorazioa (naturaren edozein ikerketa mota, egia esan) ez zegoela edonoren
esku. Orduko espeleologo guztiak klase altukoak ziren, edo Mariano Faura i Sans
bezela, apaizak; oraindik 50 bat urte falta ziren klase ertainaren “boom” hura
etortzeko...
Ba da aldatu ez den gauza bat,
ordea: izan Martel, Faura eta Aranzadiren sasoian, izan 1950 hamarkadako
loraldian, izan gaur egunean... “kanpoko” jendeak ez du ulertzen espeleologoak
lurpean zertan ari garen. Horregatik, sasoiak joan sasoiak etorri, artikulu
honen bezelako testuak argitaratu beharra dago gure burua gizartearen aurrean nolabait
justifikatzeko. Artikulu hauek espeleologiaren Aro bakoitzaren erretratu
fidelak osatzen dituzte.
Erreferentziak:
- Artikulu osoarena: FAURA Y SANS, M. 1910. La espeleología de Cataluña. Memorias de la Real Sociedad Española de Historia Natural VI(6):425-591. Madrid.
- Apendize honena: FAURA Y SANS, M. 1910. Instrucciones prácticas para las exploraciones espeleológicas. In: La espeleología de Cataluña. Memorias de la Real Sociedad Española de Historia Natural VI(6):577-591. Madrid.
- OCR testua hemendik hartu dut, eta zuzenketa txikiak egin dizkiot: http://www.archive.org/stream/memoriasdelare06real/memoriasdelare06real_djvu.txt
- Memoriak kalitatez eskaneatuta (+OCR), berriz, hemen eskura ditzakezue: http://bibdigital.rjb.csic.es/spa/Libro.php?Libro=1350
- Aukeraketa eta iruzkina: Oier Gorosabel.
Hemen duzue bada Faura jaunaren testua; sartu denboraren
makinan, eta goza ezazue 100 urte atzera eginda!
SEGI IRAKURTZEN
SEGI IRAKURTZEN
APÉNDICE: Instrucciones prácticas para las exploraciones espeleológicas
Para realizar una buena exploración de cuevas ó simas se
necesitan varios conocimientos, que con la práctica se adquieren
insensiblemente, por presentarse en cada caso particular un sinnúmero de
obstáculos, que á no ser previstos, obligan á suspender las operaciones, ó
cuando menos hacen incompletos los resultados de la labor.
No pretendo más que resumir las instrucciones especiales que
ha legado el gran explorador del mundo subterráneo M. Martel, las cuales
nosotros hemos practicado; y, cuya importancia, por la experiencia, hemos
podido apreciar, para vencer el horror á las tinieblas y descubrir sus
secretos.
Sondaje de las simas ó pozos naturales.
El material necesario en cada caso varía, principalmente
según la profundidad de la caverna que se pretende investigar; por lo cual,
debe ser el primer dato que importa descubrir al explorador.
La medida de las simas es una operación muy delicada, porque
á no estar acostumbrado á ella, se cometen errores de grandísima cuantía. El
bramante que se debe usar no tendrá menos de 5 milímetros de grueso, siendo
liso y sin nudos; de él se suspenderá una piedra de 2 á l0 kilos de peso
aproximadamente. Durante el descenso de la sonda ha de mantenerse ésta tirante,
y en caso de detenerse en algún saliente de roca, se eleva un poco, y se dejan
caer libres unos 5 ó 6 metros, agarrando bien la cuerda. La práctica enseña,
por un ruido especial, cuándo la sonda cae en estanques subterráneos.
Al pasar de los l00 metros se debe hacer el sondaje con
mucho cuidado, y repetidas veces, para no incurrir en error.
Cuerdas.
Han de tener por lo menos de 12 á 14 milímetros de diámetro,
que es lo suficiente para poder sostener al que tenga que descender algunos
metros sin escalera, como sucede en determinados casos; bajando atado por la
cintura y de una mano agarrado á la misma cuerda. Debe ser, toda la cuerda ó
cable, de una sola pieza, por lo menos de 150 metros de longitud.
Si la cuerda es nueva, antes de usarla debe mojarse y darle
muchos tirones, para que después no verifique su torsión propia al utilizarla.
Escaleras.
Las más corrientes son las de cuerda, con travesaños de
madera, las mismas que se usan en gimnasia; las cuerdas deben tener de 14 á 16
milímetros; entre el tejido de estas pasan los palos, atados por arriba y por
abajo, con bramantes resistentes, sin dejar nudosidades. Conviene sea muy
ligera, principalmente la que corresponde al fondo de la sima; las hay que no
pasan de un kilogramo por metro lineal. Se tendrán diferentes piezas de
escalera de cuerda de 5 á 30 metros respectivamente, y se harán los empalmes
con unas armaduras á propósito.
Se podrá emplear en la exploración una escalera extensible
de 7 á 8 metros para las ascensiones en cavernas elevadas; para eso también se
pueden utilizar los crampones de hierro de los alpinistas.
Bajada de las simas.
Esta importante operación constituye el punto capital de
estos trabajos. (Véanse las láminas XXX, XXXVI y XXXVII).
Siempre que se tenga que bajar á una sima de más de 10
metros de profundidad conviene tener necesaria seguridad, tanto en la escalera,
como en la cuerda á que va atado el explorador. Para sostener la escalera de
cuerda con seguridad, se debe procurar que esté atada, por lo menos, á algún
árbol inmediato (fig. 28), ó á unos palos de hierro resistentes, clavados en el
suelo y á cierta distancia; también, colocando el tronco de un árbol de parte á
parte en la boca de la sima (fig. 29). La cuerda á que va atado el explorador
se arrolla á un gran carrete, sujeto por sus extremos, quedando suspendida
libremente en el aire para poderla devanar sin que se enrede. El que va á
verificar el descenso debe atarse muy bien; en el extremo del cable se atará un
palo por su centro, que tendrá o,6o metros de largo por 6 o 7 centímetros de
diámetro donde irá sentado el explorador; se pasa, luego, el cable por un
anillo que lleva el cinturón; y, además por el pecho, cruza una cuerdecita para
que queden libres las extremidades del explorador, y á fin de que, en caso de
asfixia, permanezca derecho y pueda ser izado con más facilidad.
La indumentaria del explorador puede ser parecida á la de
los bomberos; después nos ocuparemos de ella bajo el punto de vista higiénico.
Una vez el espeleólogo cerca de la boca de la sima, y puesto
en los primeros peldaños de la escalera, se coloca el cable en la canal de una
polea resistente. El palo que tiene éste al extremo se lo coloca entre pierna y
pierna ; se sienta sobre el mismo, y esto sin volver la cabeza á la sima. Se
empieza el descenso con las debidas precauciones, de frente á las rocas, por
ser estos los momentos más emocionantes; se sigue el descenso con el mayor
cuidado, observando sus alrededores, haciendo las anotaciones respectivas y
procurando que la escalera quede siempre libre en el centro; se maniobra con la
escalera de cuerda lateralmente, esto
es, colocando la escalera entre las piernas, y una mano á cada lado (fig. 30),
para que no se separe la escalera de los pies, con lo cual se evita verse
colgado en el centro de la caverna, dando vueltas y más vueltas. Todas estas
precauciones son necesarias, como he tenido ocasiones de comprobar, habiendo
pasado por casos angustiosos antes de llegar á adquirir la seguridad completa
en esta clase de ejercicios.
Por afuera, en la boca de la sima, se colocará un individuo
escuchando las peticiones del explorador, que comunicará metódicamente á los
cuatro ó seis hombres que sostengan la cuerda (lámina XXXV). Estos, debidamente
distanciados y en línea recta, atenderán á los movimientos de subida y bajada,
suavemente, según las exigencias del que desciende, pero siempre prevenidos para
sostener á pulso el peso del cuerpo del explorador en caso de desprendimiento,
asfixia, etc. El que baja no debe confiar mucho en la seguridad de la cuerda,
sino que por sí mismo debe hacer los movimientos, y más, durante la subida, si
no quiere que á tirones, como un saco muerto, le vayan izando, golpeándole contra
las piedras.
Si á cierta profundidad se encuentra con que sigue una segunda
sima, ordenará la bajada de algunos hombres prácticos para hacer una segunda
instalación, y los de arriba dejarán correr la escalera de cuerda con cuidado,
sin rozarla por el suelo, hasta tener la suficiente. Fijarán bien la
instalación de arriba y luego harán lo propio en el fondo de la sima para poder
continuar descendiendo. Una vez en el fondo, seguirá minuciosamente todas las
dependencias subterráneas como en las cuevas, teniendo en cuenta que un
extremado ejercicio puede dificultar la subida, que es, sin duda, la operación
más fatigosa.
La iluminación.
Debe proscribirse el uso de fuegos de paja trenzada, la bengala,
cohetes y aún las lámparas de aceite ó petróleo, por el espeso humo que dejan
en las cavernas, debido á pequeñas partículas de carbón mal quemadas que
desprenden, y que, luego, se depositan en las paredes ennegreciéndolas completamente.
En cuanto á la lámpara de Davy, que es imprescindible para los trabajos
mineros, en particular para la extracción del carbón, resulta un aparato
demasiado pesado.
A cuatro podremos reducir los medios de iluminación propios
para exploraciones espeleológicas: la bujía, el acetileno, la lámpara eléctrica
y el magnesio.
La simple bujía de estearina es la más usada en ciertas
exploraciones; debe ser de mecha gruesa para que no se apague en los
movimientos ordinarios; con ella se debe bajar por las simas pequeñas, para conocer
el estado atmosférico y apreciar determinadas proporciones de gas carbónico,
que hacen palidecer los bordes de la llama, avisando al explorador para que
huya cuanto antes de aquel ambiente.
En las grandes simas debe preferirse la iluminación con el acetileno,
pues que á más de gran comodidad, presta una luz viva, y con el reflector se
aprecian todos los detalles á gran distancia. Sirve para buscar insectos (lám. XXIV),
sorprender á los murciélagos , y ver mejor el estado de las cavernas. Nosotros
hemos usado los reflectores de las bicicletas, en que el carburo está encerrado
en una cámara, quedando libre así de la humedad de la atmósfera, que podría
aumentar la producción del gas. Por este medio se obtiene una luz clara, segura
y de duración suficiente para una exploración ordinaria.
En sitios reducidos y anfractuosos, en los que el aire sea
sano, deben usarse las lamparillas eléctricas pequeñas, de bolsillo, que
funcionan con pilas secas, de las que cada explorador llevará una por si se le
apagara la bujía ó el acetileno. Además, estas lámparas pueden ser de aquellos
sistemas que lo llevan todo encerrado en una cajita de cierre hermético, lo que
permite introducirla en el agua; esta operación debe hacerse en frío, pues que
si la lámpara está funcionando y el vidrio caliente, se corre el peligro de
romperse éste é inutilizar la lámpara por completo.
Por último, el magnesio se reserva para aquellos casos en
que hay que iluminar grandes salas, generalmente se usa en cinta; para sacar
fotografías utilizaremos los cartuchos. Es el más excelente efecto luminoso,
pero no se deben encender grandes cantidades en las cavidades pequeñas, porque
con la combustión se forma el óxido de magnesio, que es purgante y con la
humedad de las cuevas produce sus efectos de indisposición y mareo.
Telefono.
Prácticamente hemos observado que al pasar de los 50 metros
de profundidad es imposible entenderse á voces con los del exterior, y se
fatiga uno extremadamente; por lo tanto, es indispensable el uso del teléfono,
á no ser que la sima tuviera salientes de roca donde pudiera permanecer alguien
para establecer una comunicación intermediaria. El teléfono que M. Martel viene
usando es el magnético de Branville del sistema Aubry, mientras que nosotros
hemos usado uno de los más corrientes y sencillos, teniendo los alambres por
dentro del mismo cable en que baja el explorador; esta conducción de hilos
telefónicos podría hacerse por separado, pero siempre hay peligro de entorpecimientos.
Barcas de lona.
Nosotros, hasta el presente, no hemos podido proveernos de
este imprescindible útil, para atravesar los arroyos y lagos subterráneos. Estas
barcas son de montura sencilla que permite poderlas plegar convenientemente, y
su peso no pasa de unos 30 kilogramos; pueden ir en ella una ó dos personas. Se
conocen varios tipos de diferentes formas, convenientes en determinadas
exploraciones, siendo las más usadas la del sistema Osgood, de los Estados
Unidos, y luego la de Berthon, de París.
Otros objetos útiles.
En primer lugar figura, entre estos, una tienda de campaña
para soportar las inclemencias atmosféricas, y también para las necesidades
imprescindibles de descansar, siempre y cuando se trate de exploraciones
importantes, de más de los 100 metros, que generalmente necesitarán más de un
día.
Cama de campo, que es como una especie de saco, para poder
pasar las noches en el fondo de las simas ó dentro de las cavernas, y estar
debidamente resguardado de la humedad. Solamente en casos excepcionales puede
aceptarse en una de esas grandes simas pasar la noche; pues, lo mejor es dejar
terminada la exploración de una sola vez, y, si es menester, volver al día
siguiente.
Además deberán llevarse sacos de diferentes dimensiones para
subir y bajar los objetos necesarios, que se colocarán debidamente envueltos
para que no se deterioren al chocar con las rocas de las paredes.
Se deben llevar palos de acero para fijar bien las cuerdas;
alguna maza para romper las estalactitas que cierran el paso á otras cámaras
subterráneas, pues á veces es insuficiente el martillo de geólogo, que se debe
llevar siempre en el cinturón.
No se olvidará algún machete ó hacha con qué cortar las ramas
necesarias para asegurar una buena instalación.
El papel de Armenia se hace imprescindible en algunas simas
para contrarrestar el mal olor que despiden los restos en putrefacción, que
comúnmente se encuentran, principalmente en las que están cerca de alguna población.
Para una buena medición de alturas de bóvedas se usan unos
globos pequeños de papel impermeable y que por debajo se les ata un bramante;
se enciende el alcohol, y cuando suben hasta el techo, se corta luego la cuerda
y se arrolla en un papel, anotando la cámara que era, para, después de las
operaciones, medir la longitud de aquella, que será la de la altura de la
bóveda.
Si se tiene que remontar á cuevas superiores se pueden usar los
crampones ó aferraderas de hierro.
El cinturón, por el que va atado el explorador, debe ser ancho,
resistente y con gruesos anillos para pasar la cuerda.
Y por último, entre otras varias cosas, se deben llevar
todos los útiles propios del naturalista, para recoger cuantos objetos le
llamen la atención. De un modo particular requerimos las instrucciones
generales para la recolección de insectos y plantas inferiores, con tubitos
llenos de líquidos conservadores, diferentes según los objetos; muchas cajitas
de diferentes tamaños, debiendo guardarse todo con algodón para que no se
rompan los ejemplares.
Preceptos higiénicos.
La condición más principal para realizar las exploraciones,
sin perjuicio de la salud, es el vestirse interiormente de lana y franela,
desde la cabeza hasta los pies. Conviene, además, llevar ciertas partes del
cuerpo cubiertas de tela impermeable; pero, en general, la ropa será algo
permeable para que luego se seque rápidamente. Además el traje exterior debe
ser sencillo y bien ceñido, siendo preferible el de alpinista; con las
respectivas bandas para proteger las piernas y conservarlas en buena
temperatura.
Conviene, además, llevar un pequeño botiquín con árnica para
las contusiones, colodión para los arañazos, agua blanca para los golpes,
tafetán inglés, sublimado corrosivo, éter sulfúrico, amoníaco, láudano, algodón
hidrófilo, etc
De entre los excursionistas deberá estar preparado uno de
ellos para curar las contusiones de más importancia, teniendo en cuenta que
todas las precauciones son pocas tratándose de exploraciones tan peligrosas como
las de las cavernas profundas.
Es conveniente no probar las aguas de las simas para no ser víctima
de alguna infección; y en casos imprescindibles, mezclarla con vino ó anisado.
Además, no puede faltar una botellita de coñac, que es un excelente cordial, y
sirve también para una infinidad de aplicaciones.
Para las operaciones subterráneas es bueno usar guantes de
piel, por la facilidad con que se hacen arañazos que podrían infectarse por
algún microorganismo nocivo, principalmente el bacilo del tétano.
Siempre se debe llevar la cabeza cubierta por un casco
fuerte y resistente, como el de los bomberos, porque la más pequeña piedrecita,
caída de la considerable altura de la boca de una sima, con la velocidad
adquirida, podría trastornar al individuo y hasta causarle una parálisis
mortal.
Topografía.
El plano de una cueva ó sima no debe hacerse hasta que ésta
sea bien conocida, y entonces se puede reproducir con arreglo á una escala
conveniente, según la disposición y dimensiones que ofrezca.
Nunca se entrará en cueva ó sima sin ir acompañado, y además
se debe seguir con el mayor cuidado. No obstante, es conveniente, desde la
entrada, hacer un croquis de lo que se va siguiendo, con las indicaciones de
subida y bajada; para esto hay unos cuadernos que llevan una brújula en el
ángulo superior y el papel cuadriculado, que puede servir de escala, tomando
las medidas á primera visita, cosa que en la práctica se hace con gran
facilidad, y que servirá de guía para el plano que después se debe hacer.
A propósito de esto, diremos que, mediante el sistema de
triangulación, con un espejo y la luz de la bujía, se puede determinar la
altura de las bóvedas sin necesidad de los globos, de que antes hicimos
mención.
Además de los planos topográficos, se deben trazar los
cortes de las secciones más accidentadas.
Es importante señalar las diferentes temperaturas, que se
irán anotando desde la entrada hasta el término de la exploración; como también
el estado hídrométrico.
Fotografía.
El problema de la fotografía subterránea es de los más
difíciles de resolver. La luz queda como embebida en las paredes de las
cavernas, siendo el aire de éstas un medio mal conductor de aquélla, como antes
se dijo, por estar éstas humedecidas y perderse muchos rayos luminosos. Se debe
usar el magnesio como medio de iluminación, unas veces en cinta para grandes
exposiciones de pequeños detalles; en otras va mejor la explosión rápida del
magnesio en polvo, que sirve para tomar mayores dimensiones; pero, para sacar
fotografías de grandes salas y con buen detalle, sirven en general unos
cartuchos, preparados como bengalas, que duran algunos segundos, según sus
dimensiones; con éstos hemos tomado nosotros los mejores paisajes,
distinguiéndose en ello el activo excursionista y diligente fotógrafo D. José
M. Có de Trióla, quien ha sacado extraordinario partido de la fotografía
subterránea.
Se necesita muchísima práctica para obtener buenos clichés
de las cavidades subterráneas de grandes dimensiones, teniendo en cuenta una
porción de instrucciones del arte fotográfico relativas á la luz, distancia
focal, máquina y, principalmente, la naturaleza de las rocas que forma las
paredes de las cuevas.
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