2014/03/16

1910eko esplorazio teknika



Ondorengo testua “La espeleología de Cataluña” artikuloaren apendize moduan argitaratu zen 1910ean. Artikulu nagusia Real Sociedad Española de Historia Natural erakundearen memorietako bat duzue, eta interesgarria da ordurarteko espeleologiaren historiaren azalpen luze eta exhaustiboa egiten baitu (ez bakarrik Kataluniakoa), haitzuloen munduan biltzen diren diziplina desberdinen azalpenak ere emanda. Hala ere, guri apendize hau egin zaigu deigarriena: XX gizaldi hasieran erabiltzen ziren esplorazio teknikak aurkezten dizkiguna. Deskribapenak oso grafikoak dira, eta marrazki batzu ere agertzen dira testuan (gehiago ere ba zeuden jatorriz, baina seguraski aparte argitaratuko ziren lamina modura, eta bertsio dijitalean ez daude eskuragai).

Deskribapenetako batzu, bistan da, farremurritza aterako digute (leizeetan sokak erabiltzeko modua, argitasunari dagokiona, gela handien altura neurtzeko sistema...). Izan ere, espeleologiaren teknifikazio maila altua da gaur egunean. Arrazoi horrengatik, hain zuzen ere, da hain miresgarria gure aurrekoek asmatu zituzten soluzioak ezagutzea, ordurarte esploratu gabeak ziren eremu ilunetara nolabait jeitsi ahal izateko.

Esate baterako: gaur egunean plastikoa baino gauza arruntagorik ez dago, eta gehienok ezingo ginateke moldatu material sintetikoen faltan. Testu honetako espeleologoek kristala, larrua eta ehun bejetalak darabiltzate, detailerik modernoena kautxoa delarik...

Mosén Marià Faura argazki handian, eskubian kaskoarekin agertzen dena duzue.
Artikuluaren testuinguruan hobeto kokatzeko kontuan har dezagun, XIX-XX mendeen artean, lurpeko munduaren esplorazioa (naturaren edozein ikerketa mota, egia esan) ez zegoela edonoren esku. Orduko espeleologo guztiak klase altukoak ziren, edo Mariano Faura i Sans bezela, apaizak; oraindik 50 bat urte falta ziren klase ertainaren “boom” hura etortzeko...

Ba da aldatu ez den gauza bat, ordea: izan Martel, Faura eta Aranzadiren sasoian, izan 1950 hamarkadako loraldian, izan gaur egunean... “kanpoko” jendeak ez du ulertzen espeleologoak lurpean zertan ari garen. Horregatik, sasoiak joan sasoiak etorri, artikulu honen bezelako testuak argitaratu beharra dago gure burua gizartearen aurrean nolabait justifikatzeko. Artikulu hauek espeleologiaren Aro bakoitzaren erretratu fidelak osatzen dituzte.

Erreferentziak:

  • Artikulu osoarena: FAURA Y SANS, M. 1910. La espeleología de Cataluña. Memorias de la Real Sociedad Española de Historia Natural VI(6):425-591. Madrid.
  • Apendize honena: FAURA Y SANS, M. 1910. Instrucciones prácticas para las exploraciones espeleológicas. In: La espeleología de Cataluña. Memorias de la Real Sociedad Española de Historia Natural VI(6):577-591. Madrid.
  • OCR testua hemendik hartu dut, eta zuzenketa txikiak egin dizkiot: http://www.archive.org/stream/memoriasdelare06real/memoriasdelare06real_djvu.txt
  • Memoriak kalitatez eskaneatuta (+OCR), berriz, hemen eskura ditzakezue: http://bibdigital.rjb.csic.es/spa/Libro.php?Libro=1350
  • Aukeraketa eta iruzkina: Oier Gorosabel.

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SEGI IRAKURTZEN

APÉNDICE: Instrucciones prácticas para las exploraciones espeleológicas


Para realizar una buena exploración de cuevas ó simas se necesitan varios conocimientos, que con la práctica se adquieren insensiblemente, por presentarse en cada caso particular un sinnúmero de obstáculos, que á no ser previstos, obligan á suspender las operaciones, ó cuando menos hacen incompletos los resultados de la labor.

No pretendo más que resumir las instrucciones especiales que ha legado el gran explorador del mundo subterráneo M. Martel, las cuales nosotros hemos practicado; y, cuya importancia, por la experiencia, hemos podido apreciar, para vencer el horror á las tinieblas y descubrir sus secretos.

Sondaje de las simas ó pozos naturales.


El material necesario en cada caso varía, principalmente según la profundidad de la caverna que se pretende investigar; por lo cual, debe ser el primer dato que importa descubrir al explorador.

La medida de las simas es una operación muy delicada, porque á no estar acostumbrado á ella, se cometen errores de grandísima cuantía. El bramante que se debe usar no tendrá menos de 5 milímetros de grueso, siendo liso y sin nudos; de él se suspenderá una piedra de 2 á l0 kilos de peso aproximadamente. Durante el descenso de la sonda ha de mantenerse ésta tirante, y en caso de detenerse en algún saliente de roca, se eleva un poco, y se dejan caer libres unos 5 ó 6 metros, agarrando bien la cuerda. La práctica enseña, por un ruido especial, cuándo la sonda cae en estanques subterráneos.

Al pasar de los l00 metros se debe hacer el sondaje con mucho cuidado, y repetidas veces, para no incurrir en error.

Cuerdas.


Han de tener por lo menos de 12 á 14 milímetros de diámetro, que es lo suficiente para poder sostener al que tenga que descender algunos metros sin escalera, como sucede en determinados casos; bajando atado por la cintura y de una mano agarrado á la misma cuerda. Debe ser, toda la cuerda ó cable, de una sola pieza, por lo menos de 150 metros de longitud.

Si la cuerda es nueva, antes de usarla debe mojarse y darle muchos tirones, para que después no verifique su torsión propia al utilizarla.

Escaleras.


Las más corrientes son las de cuerda, con travesaños de madera, las mismas que se usan en gimnasia; las cuerdas deben tener de 14 á 16 milímetros; entre el tejido de estas pasan los palos, atados por arriba y por abajo, con bramantes resistentes, sin dejar nudosidades. Conviene sea muy ligera, principalmente la que corresponde al fondo de la sima; las hay que no pasan de un kilogramo por metro lineal. Se tendrán diferentes piezas de escalera de cuerda de 5 á 30 metros respectivamente, y se harán los empalmes con unas armaduras á propósito.

Se podrá emplear en la exploración una escalera extensible de 7 á 8 metros para las ascensiones en cavernas elevadas; para eso también se pueden utilizar los crampones de hierro de los alpinistas.

Bajada de las simas.


Esta importante operación constituye el punto capital de estos trabajos. (Véanse las láminas XXX, XXXVI y XXXVII).

Siempre que se tenga que bajar á una sima de más de 10 metros de profundidad conviene tener necesaria seguridad, tanto en la escalera, como en la cuerda á que va atado el explorador. Para sostener la escalera de cuerda con seguridad, se debe procurar que esté atada, por lo menos, á algún árbol inmediato (fig. 28), ó á unos palos de hierro resistentes, clavados en el suelo y á cierta distancia; también, colocando el tronco de un árbol de parte á parte en la boca de la sima (fig. 29). La cuerda á que va atado el explorador se arrolla á un gran carrete, sujeto por sus extremos, quedando suspendida libremente en el aire para poderla devanar sin que se enrede. El que va á verificar el descenso debe atarse muy bien; en el extremo del cable se atará un palo por su centro, que tendrá o,6o metros de largo por 6 o 7 centímetros de diámetro donde irá sentado el explorador; se pasa, luego, el cable por un anillo que lleva el cinturón; y, además por el pecho, cruza una cuerdecita para que queden libres las extremidades del explorador, y á fin de que, en caso de asfixia, permanezca derecho y pueda ser izado con más facilidad.

La indumentaria del explorador puede ser parecida á la de los bomberos; después nos ocuparemos de ella bajo el punto de vista higiénico.

Una vez el espeleólogo cerca de la boca de la sima, y puesto en los primeros peldaños de la escalera, se coloca el cable en la canal de una polea resistente. El palo que tiene éste al extremo se lo coloca entre pierna y pierna ; se sienta sobre el mismo, y esto sin volver la cabeza á la sima. Se empieza el descenso con las debidas precauciones, de frente á las rocas, por ser estos los momentos más emocionantes; se sigue el descenso con el mayor cuidado, observando sus alrededores, haciendo las anotaciones respectivas y procurando que la escalera quede siempre libre en el centro; se maniobra con la escalera de cuerda  lateralmente, esto es, colocando la escalera entre las piernas, y una mano á cada lado (fig. 30), para que no se separe la escalera de los pies, con lo cual se evita verse colgado en el centro de la caverna, dando vueltas y más vueltas. Todas estas precauciones son necesarias, como he tenido ocasiones de comprobar, habiendo pasado por casos angustiosos antes de llegar á adquirir la seguridad completa en esta clase de ejercicios.

Por afuera, en la boca de la sima, se colocará un individuo escuchando las peticiones del explorador, que comunicará metódicamente á los cuatro ó seis hombres que sostengan la cuerda (lámina XXXV). Estos, debidamente distanciados y en línea recta, atenderán á los movimientos de subida y bajada, suavemente, según las exigencias del que desciende, pero siempre prevenidos para sostener á pulso el peso del cuerpo del explorador en caso de desprendimiento, asfixia, etc. El que baja no debe confiar mucho en la seguridad de la cuerda, sino que por sí mismo debe hacer los movimientos, y más, durante la subida, si no quiere que á tirones, como un saco muerto, le vayan izando, golpeándole contra las piedras.

Si á cierta profundidad se encuentra con que sigue una segunda sima, ordenará la bajada de algunos hombres prácticos para hacer una segunda instalación, y los de arriba dejarán correr la escalera de cuerda con cuidado, sin rozarla por el suelo, hasta tener la suficiente. Fijarán bien la instalación de arriba y luego harán lo propio en el fondo de la sima para poder continuar descendiendo. Una vez en el fondo, seguirá minuciosamente todas las dependencias subterráneas como en las cuevas, teniendo en cuenta que un extremado ejercicio puede dificultar la subida, que es, sin duda, la operación más fatigosa.

La iluminación.


Debe proscribirse el uso de fuegos de paja trenzada, la bengala, cohetes y aún las lámparas de aceite ó petróleo, por el espeso humo que dejan en las cavernas, debido á pequeñas partículas de carbón mal quemadas que desprenden, y que, luego, se depositan en las paredes ennegreciéndolas completamente. En cuanto á la lámpara de Davy, que es imprescindible para los trabajos mineros, en particular para la extracción del carbón, resulta un aparato demasiado pesado.

A cuatro podremos reducir los medios de iluminación propios para exploraciones espeleológicas: la bujía, el acetileno, la lámpara eléctrica y el magnesio.

La simple bujía de estearina es la más usada en ciertas exploraciones; debe ser de mecha gruesa para que no se apague en los movimientos ordinarios; con ella se debe bajar por las simas pequeñas, para conocer el estado atmosférico y apreciar determinadas proporciones de gas carbónico, que hacen palidecer los bordes de la llama, avisando al explorador para que huya cuanto antes de aquel ambiente.

En las grandes simas debe preferirse la iluminación con el acetileno, pues que á más de gran comodidad, presta una luz viva, y con el reflector se aprecian todos los detalles á gran distancia. Sirve para buscar insectos (lám. XXIV), sorprender á los murciélagos , y ver mejor el estado de las cavernas. Nosotros hemos usado los reflectores de las bicicletas, en que el carburo está encerrado en una cámara, quedando libre así de la humedad de la atmósfera, que podría aumentar la producción del gas. Por este medio se obtiene una luz clara, segura y de duración suficiente para una exploración ordinaria.

En sitios reducidos y anfractuosos, en los que el aire sea sano, deben usarse las lamparillas eléctricas pequeñas, de bolsillo, que funcionan con pilas secas, de las que cada explorador llevará una por si se le apagara la bujía ó el acetileno. Además, estas lámparas pueden ser de aquellos sistemas que lo llevan todo encerrado en una cajita de cierre hermético, lo que permite introducirla en el agua; esta operación debe hacerse en frío, pues que si la lámpara está funcionando y el vidrio caliente, se corre el peligro de romperse éste é inutilizar la lámpara por completo.

Por último, el magnesio se reserva para aquellos casos en que hay que iluminar grandes salas, generalmente se usa en cinta; para sacar fotografías utilizaremos los cartuchos. Es el más excelente efecto luminoso, pero no se deben encender grandes cantidades en las cavidades pequeñas, porque con la combustión se forma el óxido de magnesio, que es purgante y con la humedad de las cuevas produce sus efectos de indisposición y mareo.

Telefono.


Prácticamente hemos observado que al pasar de los 50 metros de profundidad es imposible entenderse á voces con los del exterior, y se fatiga uno extremadamente; por lo tanto, es indispensable el uso del teléfono, á no ser que la sima tuviera salientes de roca donde pudiera permanecer alguien para establecer una comunicación intermediaria. El teléfono que M. Martel viene usando es el magnético de Branville del sistema Aubry, mientras que nosotros hemos usado uno de los más corrientes y sencillos, teniendo los alambres por dentro del mismo cable en que baja el explorador; esta conducción de hilos telefónicos podría hacerse por separado, pero siempre hay peligro de entorpecimientos.

Barcas de lona.


Nosotros, hasta el presente, no hemos podido proveernos de este imprescindible útil, para atravesar los arroyos y lagos subterráneos. Estas barcas son de montura sencilla que permite poderlas plegar convenientemente, y su peso no pasa de unos 30 kilogramos; pueden ir en ella una ó dos personas. Se conocen varios tipos de diferentes formas, convenientes en determinadas exploraciones, siendo las más usadas la del sistema Osgood, de los Estados Unidos, y luego la de Berthon, de París.

Otros objetos útiles.


En primer lugar figura, entre estos, una tienda de campaña para soportar las inclemencias atmosféricas, y también para las necesidades imprescindibles de descansar, siempre y cuando se trate de exploraciones importantes, de más de los 100 metros, que generalmente necesitarán más de un día.

Cama de campo, que es como una especie de saco, para poder pasar las noches en el fondo de las simas ó dentro de las cavernas, y estar debidamente resguardado de la humedad. Solamente en casos excepcionales puede aceptarse en una de esas grandes simas pasar la noche; pues, lo mejor es dejar terminada la exploración de una sola vez, y, si es menester, volver al día siguiente.

Además deberán llevarse sacos de diferentes dimensiones para subir y bajar los objetos necesarios, que se colocarán debidamente envueltos para que no se deterioren al chocar con las rocas de las paredes.

Se deben llevar palos de acero para fijar bien las cuerdas; alguna maza para romper las estalactitas que cierran el paso á otras cámaras subterráneas, pues á veces es insuficiente el martillo de geólogo, que se debe llevar siempre en el cinturón.

No se olvidará algún machete ó hacha con qué cortar las ramas necesarias para asegurar una buena instalación.

El papel de Armenia se hace imprescindible en algunas simas para contrarrestar el mal olor que despiden los restos en putrefacción, que comúnmente se encuentran, principalmente en las que están cerca de alguna población.

Para una buena medición de alturas de bóvedas se usan unos globos pequeños de papel impermeable y que por debajo se les ata un bramante; se enciende el alcohol, y cuando suben hasta el techo, se corta luego la cuerda y se arrolla en un papel, anotando la cámara que era, para, después de las operaciones, medir la longitud de aquella, que será la de la altura de la bóveda.

Si se tiene que remontar á cuevas superiores se pueden usar los crampones ó aferraderas de hierro.

El cinturón, por el que va atado el explorador, debe ser ancho, resistente y con gruesos anillos para pasar la cuerda.

Y por último, entre otras varias cosas, se deben llevar todos los útiles propios del naturalista, para recoger cuantos objetos le llamen la atención. De un modo particular requerimos las instrucciones generales para la recolección de insectos y plantas inferiores, con tubitos llenos de líquidos conservadores, diferentes según los objetos; muchas cajitas de diferentes tamaños, debiendo guardarse todo con algodón para que no se rompan los ejemplares.

Preceptos higiénicos.


La condición más principal para realizar las exploraciones, sin perjuicio de la salud, es el vestirse interiormente de lana y franela, desde la cabeza hasta los pies. Conviene, además, llevar ciertas partes del cuerpo cubiertas de tela impermeable; pero, en general, la ropa será algo permeable para que luego se seque rápidamente. Además el traje exterior debe ser sencillo y bien ceñido, siendo preferible el de alpinista; con las respectivas bandas para proteger las piernas y conservarlas en buena temperatura.

Conviene, además, llevar un pequeño botiquín con árnica para las contusiones, colodión para los arañazos, agua blanca para los golpes, tafetán inglés, sublimado corrosivo, éter sulfúrico, amoníaco, láudano, algodón hidrófilo, etc

De entre los excursionistas deberá estar preparado uno de ellos para curar las contusiones de más importancia, teniendo en cuenta que todas las precauciones son pocas tratándose de exploraciones tan peligrosas como las de las cavernas profundas.

Es conveniente no probar las aguas de las simas para no ser víctima de alguna infección; y en casos imprescindibles, mezclarla con vino ó anisado. Además, no puede faltar una botellita de coñac, que es un excelente cordial, y sirve también para una infinidad de aplicaciones.

Para las operaciones subterráneas es bueno usar guantes de piel, por la facilidad con que se hacen arañazos que podrían infectarse por algún microorganismo nocivo, principalmente el bacilo del tétano.

Siempre se debe llevar la cabeza cubierta por un casco fuerte y resistente, como el de los bomberos, porque la más pequeña piedrecita, caída de la considerable altura de la boca de una sima, con la velocidad adquirida, podría trastornar al individuo y hasta causarle una parálisis mortal.

Topografía.


El plano de una cueva ó sima no debe hacerse hasta que ésta sea bien conocida, y entonces se puede reproducir con arreglo á una escala conveniente, según la disposición y dimensiones que ofrezca.

Nunca se entrará en cueva ó sima sin ir acompañado, y además se debe seguir con el mayor cuidado. No obstante, es conveniente, desde la entrada, hacer un croquis de lo que se va siguiendo, con las indicaciones de subida y bajada; para esto hay unos cuadernos que llevan una brújula en el ángulo superior y el papel cuadriculado, que puede servir de escala, tomando las medidas á primera visita, cosa que en la práctica se hace con gran facilidad, y que servirá de guía para el plano que después se debe hacer.

A propósito de esto, diremos que, mediante el sistema de triangulación, con un espejo y la luz de la bujía, se puede determinar la altura de las bóvedas sin necesidad de los globos, de que antes hicimos mención.

Además de los planos topográficos, se deben trazar los cortes de las secciones más accidentadas.

Es importante señalar las diferentes temperaturas, que se irán anotando desde la entrada hasta el término de la exploración; como también el estado hídrométrico.

Fotografía.


El problema de la fotografía subterránea es de los más difíciles de resolver. La luz queda como embebida en las paredes de las cavernas, siendo el aire de éstas un medio mal conductor de aquélla, como antes se dijo, por estar éstas humedecidas y perderse muchos rayos luminosos. Se debe usar el magnesio como medio de iluminación, unas veces en cinta para grandes exposiciones de pequeños detalles; en otras va mejor la explosión rápida del magnesio en polvo, que sirve para tomar mayores dimensiones; pero, para sacar fotografías de grandes salas y con buen detalle, sirven en general unos cartuchos, preparados como bengalas, que duran algunos segundos, según sus dimensiones; con éstos hemos tomado nosotros los mejores paisajes, distinguiéndose en ello el activo excursionista y diligente fotógrafo D. José M. Có de Trióla, quien ha sacado extraordinario partido de la fotografía subterránea.

Se necesita muchísima práctica para obtener buenos clichés de las cavidades subterráneas de grandes dimensiones, teniendo en cuenta una porción de instrucciones del arte fotográfico relativas á la luz, distancia focal, máquina y, principalmente, la naturaleza de las rocas que forma las paredes de las cuevas.

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