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2018/07/18

Lekeitio subterráneo


Artículo publicado originalmente en euskara en el nº3 de la revista Kurik (junio de 2018, Lekeitio). 



Introducción

Con los hallazgos realizados durante los últimos años, parece que la espeleología está de moda. Nuestra comarca, además, se ha convertido en un centro neurálgico del arte rupestre, dentro del cual Lekeitio tiene particular importancia. Por eso hemos considerado conveniente realizar una presentación de su patrimonio subterráneo.

Este resumen, claro está, no es definitivo: en espeleología nunca se da una cueva por totalmente explorada, y el mundo subterráneo puede ser abordado desde diferentes perspectivas: arqueología, geología, biología, hidrología, química... Así, con este artículo queremos invitar a los lectores a seguir profundizando en el conocimiento del fascinante “sótano” de nuestro pueblo.

Indiquemos también que en este artículo presentamos dos primicias a nivel mundial: una, un detalle crucial sobre el descubrimiento de los grabados de Atxurra; otra, la verdadera cara de Ramón Adán de Yarza. Ambas informaciones son datos inéditos hasta la fecha.

Surgencia Kabaua II, uno de los puntos de acceso a la antigua red de alcantarillado. Foto: ADES.

Lekeitio, una estructura particular

Geológicamente, Lekeitio se encuentra en el noreste del Anticlinorio norte de Bizkaia, en la zona correspondiente a la estructura de Nabarniz-Aulesti. Sus abundantes grietas y pliegues sirven de vía de penetración al agua, que ha formado cavernas en los materiales de la facies urgoniana del Cretácico Inferior, correspondientes a piedra caliza formada en torno a arrecifes. Efectivamente, estos materiales fueron en su día arena en el fondo del mar; así lo demuestran los fósiles de animales marinos que encontramos en ellos.

Al estar situados sobre una gran masa de piedra caliza, nuestros antepasados lekeitiarras siempre han tenido estrecha relación con el mundo subterráneo (¿quién no conoce alguna cueva en Lekeitio?). Esto no siempre ha sido para bien, ya que el medio subterráneo es frágil a las alteraciones. Lekeitio es un “karst urbano” (las casas están construidas sobre cuevas), y el medio kárstico ha sido explotado intensivamente desde hace siglos: canteras, deforestación, agricultura, construcción, alcantarillado, vertido de basura y escombro... Unas veces por descuido y otras por ignorancia, estas actividades han ocasionado problemas: contaminación, inundaciones, agotamiento de acuíferos, alteración hidromorfológica de cavernas, extinción de especies animales, destrucción de yacimientos arqueológicos... en Lekeitio estas consecuencias son muy palpables, especialmente las derivadas de haber obstaculizado las vías de drenaje del agua. Pero es tiempo ya de proteger nuestro rico patrimonio subterráneo; y para ello, es condición indispensable conocerlo.
Manuel Martínez de la Escalera. Fuente: Archivo del Museo Nacional de Ciencias Naturales.

Primeras exploraciones

El primer dato científico sobre las cuevas de Lekeitio nos lo aporta el biólogo Manuel Martínez de la Escalera en 1892: en ese año recogió unos pequeños insectos de la especie Quaestus en la cueva de Garratxa, del monte Lumentxa (Martínez de la Escalera, 1899). En la misma época, realizaba por aquí sus investigaciones un importante científico: Ramón Adán de Yarza, uno de los principales geólogos de España. Teniendo en cuenta que en los alrededores de su casa familiar (Zubieta) existen numerosas cuevas, no es descabellado pensar que desde niño las conocía; no obstante, nunca publicó nada sobre ellas.

Ramón Adán de Yarza en su juventud. Fuente: archivo Llasera Adán de Yarza.

Ramón Adán de Yarza

A Ramón Adán de Yarza (1848-1917) el interés por las ciencias naturales le venía de familia: realizó estudios de Ingeniería de Minas en Madrid, y tal fue su profesión principal. Sin embargo, su afición le llevó a realizar investigaciones geológicas por su cuenta, con gran provecho: en opinión de muchos especialistas de hoy en día, Adán de Yarza es el más importante geólogo que ha dado Euskal Herria (Astibia et al, 1996). Suyos son los primeros estudios geológicos sobre Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, por encargo de la Comisión del Mapa Geológico de España. A nivel internacional, asimismo, fue uno de los principales petrógrafos de su tiempo, y los estudios que hizo en este campo sirvieron, por ejemplo, para mejorar el aprovechamiento de las tierras de cultivo en Gipuzkoa.

A finales del siglo XIX, Adán de Yarza fue precursor de la espeleología científica en Bizkaia junto con sus compañeros Perea y Zuricalday, Mazarredo y Uhagon. Aun así, deberían pasar muchos años hasta que el trabajo de estos pioneros fuera retomado por sus sucesores; hay que tener en cuenta que, en esos años, la exploración de cavernas (como el deporte, y la Ciencia en general) eran actividades reservadas a las clases altas. Sería a partir de la década de 1950 cuando el auge de la clase media traería el florecimiento de la espeleología.

Sabemos que, como complemento a sus trabajos geológicos, Ramón Adán de Yarza se dedicó a la exploración de cuevas, sobre todo en torno a Lea-Artibai; de hecho, él fue quien recogió los primeros datos científicos sobre Atxurra en 1882, junto con su cuñado José María Solano Eulate (Adán de Yarza, 1892).

Nota: éste artículo es, según creemos, el primer lugar donde se publica la verdadera faz de Ramón Adán de Yarza ya que, en muchas publicaciones, figura en su lugar la fotografía de su hermano Mario. Este error procede aparentemente de un biógrafo suyo (Gomez Tejedor, 1998), y posteriormente se ha venido reproduciendo de publicación en publicación. 

Mapa geológico de las siete provincias vascas. Autor: Ramón Adán de Yarza.

En la década de 1920 apareció en Lekeitio el equipo de José Miguel Barandiaran, que llevaba desde 1918 trabajando en el yacimiento arqueológico de Santimamiñe. Esporádicamente visitaban cuevas en los pueblos circundantes; fue así como visitó nuestra localidad, e identificó el yacimiento de Garratxa en 1921. En 1926, tras finalizar la campaña de Santimamiñe, comenzó a excavarlo acompañado de Telesforo Aranzadi; trabajarían en Garratxa hasta 1929 (Barandiaran, 2005).

Cueva de Garratxa I, en el monte Lumentxa, durante las excavaciones de 1927. De izquierda a derecha: Telesforo Aranzadi, dos peones locales y José Miguel Barandiaran. Fuente: Sociedad de Ciencias Aranzadi.
La guerra de 1936 supuso una larga pausa en las investigaciones subterráneas. En la década de los 50, el espeleólogo bilbaíno Antonio Ferrer promovió la creación del Grupo Espeleológico Vizcaíno (GEV), bajo el auspicio de la Diputación Foral de Bizkaia. Fueron ellos quienes, en la década de los 60, retomarían la exploración de las cavidades cercanas a Lekeitio: dentro del casco urbano exploraron Zubiburua, Eluntzeta y Audijo; y también estuvieron trabajando en diversas cuevas en Gardata, Zatika, Otoio y Algorta (pertenecientes a los términos de Ispaster y Mendexa). José Miguel Barandiaran retornó en 1963, informado de que se estaban produciendo remociones en Garratxa; antes de que los excavadores furtivos destruyeran el yacimiento, trabajó un par de años en la cueva. En la misma época Barandiaran visitó la colina de Armintxe, donde examinó las cuevas de Garavilla y Larrotegi II (encontrando un yacimiento en esta última); y en el cabo Antzoriz localizó la cueva existente bajo la ermita de Santa Catalina, identificando en ella un nuevo yacimiento arqueológico (Marcos, 1982).

En la década de los 70 hubo poco movimiento: un par de grupos de Bilbao (TBM y Beti Goruntz) realizaron incursiones en Zatika y Santa Catalina (Fernández, 1977). Y en los años 80 comenzó la excavación arqueológica de esta última, bajo la dirección de Eduardo Berganza; recientemente han comenzado a publicarse los resultados de estos trabajos, tal como se informó en el anterior número de esta revista KURIK.

Antiguas obras de saneamiento en la cavidad IS-035. Foto: ADES

Agua, tierra y urbanismo

A veces parece de que, dentro de la espeleología, el único campo que reviste importancia es el de la arqueología; impresión bastante lejos de la realidad. Tal como puede verse en los problemas urbanísticos que vivió Lekeitio durante los años 80, el mundo subterráneo tiene otros aspectos que es necesario considerar.

Los problemas de saneamiento de nuestra villa venían de antaño. La red de alcantarillas de 1888 (la de Pascual Abaroa) había utilizado en gran medida las cuevas existentes en el subsuelo; a pesar de que en su día fue un gran adelanto (ya que en los pueblos de alrededor no había red de saneamiento), tras casi 100 años de su construcción estaba anticuada y estropeada: atascos, rotura de conducciones, fugas de aguas fecales, influjo de las mareas... Había un gran obstáculo para solucionar el problema: no existían planos detallados de la red de alcantarillas, indispensables para cualquier reparación. Se encargó la exploración de la red de saneamiento a diversas empresas, y los trabajos se prolongaron durante nueve años hasta que se consiguió un resultado válido. Estos informes son muy valiosos para los espeleólogos, porque nos informan del estado de las antiguas galerías subterráneas. Finalmente, en los años 90 se realizaron las grandes obras de acondicionamiento de la red de alcantarillas de Lekeitio.

Otro problema hidrológico considerable es el de las inundaciones. En la historia de Lekeitio, se han obstaculizado repetidamente las vías de drenaje natural del agua con diversas obras; el ejemplo más ilustrativo de las consecuencias son las inundaciones cíclicas que sufre el barrio de Larrotegi. En 1986 el Ayuntamiento quiso buscar una solución; fueron nuestros antecesores del GEV los que se encargaron de estudiar la hidrología del valle (Álvarez, 1986) aunque finalmente no se consiguió poner remedio al problema que, actualmente, se ha complicado con el descubrimiento de los grabados de Armintxe.

Ilustración del informe geotécnico de 1988. (AYALA et al, 1988).

Aparte del agua, en Lekeitio existe el problema de la construcción: cuando se construye un edificio de miles de toneladas sobre un terreno horadado por galerías, es habitual la aparición de grietas, humedades o inestabilidades (cuando no algo más grave). Durante muchos años, sistemáticamente, se ha seguido la mala costumbre de tapar las cuevas aparecidas en las obras. Incluso hoy en día, en que el patrimonio subterráneo se valora más que antes, es habitual que las máquinas excavadoras destruyan las cavidades a medida que aparecen, sin dar parte a las instituciones; así hemos perdido recientemente una de las cuevas que apareció en las obras de la variante, bajo el barrio de Zatika; y así sucedió en su día con la cueva de Armintxe. Evidentemente, esta forma de proceder es ilegal, pero no sólo eso: también es un grave problema de seguridad. Así, en la década de los 80 el propio Ayuntamiento realizó una encuesta entre los contratistas para recoger información de las cuevas que habían encontrado durante su vida profesional; algunos de ellos respondieron, y la información se encuentra recogida en el Archivo Municipal. Además, se encargó un informe al Instituto Geológico Geominero de España sobre la naturaleza del terreno donde asienta el municipio; dicho informe fue confeccionado por un grupo de geólogos y espeleólogos, bajo la dirección de un ingeniero de minas. Entre otros aspectos, como es natural, estudiaron las cavidades naturales existentes en la villa; y hasta la fecha de hoy, éste informe geotécnico es el más completo catálogo existente de las cuevas de Lekeitio (Ayala et al, 1988).

Sobre ADES Espeleologia Elkartea, hay que decir que a pesar de que nacimos en 1982, durante los primeros años no realizamos exploraciones en las cuevas de Lekeitio; la mayoría de los miembros de aquel entonces eran de la zona de Gernika, y por tanto nuestras actividades se centraban en aquel sector. La primera exploración directamente relacionada con Lekeitio data de alrededor del año 2000, y dicho sea de paso, supuso un considerable susto para el pueblo en relación con su suministro de aguas. La cuestión es que el principal origen del agua consumida por la villa, durante los últimos 500 años, ha sido la cueva de Trakamaill, en Amoroto (Ocamica, 1965). En torno al año 2000, realizamos importantes descubrimientos en las cuevas de Abittara y Trakamaill, demostrando entre otras cosas que ambas formaban parte de un mismo sistema, y que las aguas del manantial procedían del barrio Elizalde de Ispaster. Dicho de otra forma: las aguas fecales de Ispaster eran las mismas que salían por el manantial de Trakamaill. Afortunadamente, la Tierra posee una gran capacidad de depuración de aguas, y nunca ocurrió nada grave; pero por razones de seguridad, el suministro de aguas de Lekeitio dejó de aprovisionarse por un tiempo de Trakamaill, hasta que la estación de aguas residuales de Ispaster entró en servicio. Hoy en día este problema está felizmente superado.

Siglo XXI y arte rupestre

Con la incorporación de miembros de Lea-Artibai, el ADES fue dedicando cada vez más atención a las exploraciones en torno a Lekeitio: revisar cuevas ya conocidas, localizar las que se encontraban “perdidas”, descubrir nuevas cavidades... En este proceso hemos realizado hallazgos importantes, tales como restos paleontológicos de la fauna que vivía en este lugar hace 20.000 años. Afortunadamente, estos yacimientos no tienen el menor valor económico (éste es un mensaje para los expoliólogos); pero si los cuidamos convenientemente, los paleontólogos del futuro podrán extraer de ellos valiosa información sobre nuestro pueblo.

Restos de "Ursus spelaeus" en la cavidad IS-085, dentro del casco urbano. Foto: ADES

No obstante, los hallazgos recientes más destacados han sido arqueológicos. De hecho, a raíz de ello la comarca de Lea-Artibai se ha convertido en un punto de referencia mundial, poniendo incluso patas arriba alguna conocida teoría arqueológica (el famoso “Vacío Vasco”). La culpa de ello la tiene principalmente la nueva generación de especialistas, que ha comenzado a estudiar el arte rupestre desde otra perspectiva: en nuestra zona, el mérito corresponde al equipo de los arqueólogos Diego Garate y Joseba Ríos-Garaizar. A principios de esta década, este equipo comenzó a revisar diversos yacimientos de Euskal Herria, y a encontrar pinturas y grabados en lugares que habían pasado desapercibidos hasta el momento. Fueron ellos los que en 2012 identificaron las pinturas de Garratxa. ¿Cuántas veces habíamos entrado en esa cueva, espeleólogos y arqueólogos incluidos, sin haberlas visto? Ni que decir tiene que todos quedamos asombrados. A partir de entonces, en el ADES también comenzamos a mirar las paredes de las cuevas con otros ojos; fue así como encontramos nuestro primer caballo en la sima de Morgota (Kortezubi), en 2014.

Esta situación puso en evidencia que era necesario revisar los yacimientos en cueva desde esta nueva perspectiva. Ocurría que, hasta entonces, los arqueólogos sabían qué buscar, pero no se adentraban mucho en las cuevas; los espeleólogos, por el contrario, explorábamos las cavidades hasta el final, pero sin saber lo que había que buscar. En esta situación, la Diputación Foral de Bizkaia tuvo una magnífica iniciativa para estrechar la colaboración entre arqueólogos y espeleólogos: en febrero de 2015, junto con la Unión de Espeleólogos Vascos, organizó en Bilbao la primera Jornada de “Espeleología y Patrimonio Cultural”. En ella, los arqueólogos enseñaron a reconocer el arte rupestre a espeleólogos de toda Euskal Herria.

Esta Jornada puede considerarse histórica, ya que la avalancha de descubrimientos de arte rupestre de los últimos años ha sido consecuencia directa de la misma. Sin ir más lejos, cinco meses después pudimos comprobar en nuestra misma comarca los frutos de esta colaboración entre espeleólogos y arqueólogos: concretamente en la cueva de Atxurra (Berriatua). La historia del hallazgo es bastante conocida; no así el detalle que contaremos a continuación en primicia para KURIK. La cuestión es que los arqueólogos habían realizado dos campañas de trabajo (2014 y 2015) en la entrada superior de la gruta; los del ADES estuvimos ayudándoles, instalando cuerdas y anclajes de seguridad. Durante los días de excavación, los arqueólogos por supuesto habían examinado las paredes de la galería superior; pero según nos dijeron, no habían encontrado nada. Sin embargo, al conversar con ellos, nos dimos cuenta de que no habían inspeccionado más que los primeros metros. Dicho de otra forma: no conocían el paso para acceder a las galerías interiores. Así, el 25 de septiembre de 2015, un espeleólogo del ADES (Iñaki Intxaurbe) guió a Diego Garate a través de esa estrecha galería; lo que sucedió a continuación es bien conocido. Esta anécdota es un inmejorable ejemplo de por qué es tan necesaria la colaboración entre arqueólogos y espeleólogos.



Después de esto, seguimos con nuestro trabajo habitual: dos o tres expediciones semanales, a lo largo de todo el año, generalmente efectuando trabajos rutinarios: exploración de pequeñas cavidades, prospección a través de bosques y matorrales, recogida de datos para el catálogo espeleológico de Lea-Artibai... Pero a veces los trabajos rutinarios traen sorpresas: fue lo que nos ocurrió precisamente en Lekeitio, con la cueva de Armintxe.

El hallazgo de Armintxe no fue una casualidad. Habíamos encontrado la primera pista en 2008, en el Archivo Municipal de Lekeitio, en un informe de 1796 sobre aguas. En él se mencionaba una sima que tenía agua a 20 metros de profundidad, en Arbiatx (Arbintze, Armintxe, Arbiatx, Arbeatx... parecen ser variantes de un mismo topónimo). Por otra parte, recogimos varios testimonios de gente del pueblo que nos hablaba de las muchas cuevas existentes en el barrio de Letraukua, y de que una de ellas tenía una profunda sima en su interior, que los más valientes bajaban usando cuerdas. También el GEV había recogido esa referencia en su catálogo, aunque no llegaron a localizar la cavidad. Según los lugareños, esa cueva había desaparecido pocos años antes, con la construcción del nuevo camino peatonal que comunicaba los barrios Larrotegi y Letraukua. En 2013, uno de estos testigos (Santi Bideganeta) nos señaló con precisión el lugar donde antes se hallaba la gruta. Y efectivamente: cuando inspeccionamos el lugar, descubrimos restos de una galería bloqueada con escombros. En aquel momento no le dimos excesiva importancia: tenemos docenas de puntos similares pendientes de exploración, así que lo apuntamos como otro más en la lista.

Pero, tal como hemos indicado más arriba, las cosas han cambiado mucho en pocos años: los yacimientos de arte rupestre de la cuenca del río Lea han convertido a Lekeitio en un punto de gran importancia, y por tanto la referencia “IS-100 Armintxe II” de nuestro catálogo cobró más interés. La incursión se planeó para el día 1 de mayo de 2016. Como sospechábamos que podría aparecer algo, ese día invitamos al arqueólogo Juan Carlos López Quintana. Preveíamos asimismo una dura jornada de trabajo: era necesario abrir la cueva, explorarla y volverla a cerrar, todo el mismo día (ese camino peatonal es muy frecuentado por escolares, y por tanto la cueva no podía quedar abierta). Lo que ocurrió ese día es un buen ejemplo de que cualquier descubrimiento espeleológico es resultado del trabajo en equipo: primero unos extrajeron tierra, piedras y bloques de hormigón; los siguientes comenzaron la exploración; otros les siguieron, topografiando; los siguientes fotografiando las galerías; otros tomando muestras biológicas; otros inspeccionando las paredes...
Dibujo: Markues

Cuando encontramos el panel de grabados, se mezclaron los sentimientos: muchos nervios, y mucha responsabilidad. En seguida reparamos en que algunas de las obras de arte eran extraordinarias y, paradójicamente, queríamos abandonar rápidamente el lugar por miedo de profanarlo. Salimos en busca del arqueólogo, y le condujimos hasta aquel sitio: nos confirmó que los grabados parecían auténticos. Tomamos algunas fotografías, y suspendimos la exploración. En junio, tras haber instalado el Ayuntamiento una puerta de seguridad, regresamos para mostrar los grabados a un especialista (César González Sáinz, el prestigioso arqueólogo cántabro). Después proseguimos la exploración, pero siguiendo un estricto protocolo de protección y, por supuesto, sin volver a la Sala del Panel.

Durante esta exploración recogimos numerosos datos, pero entre ellos se destacan: que en Armintxe hay muchos más grabados que los del famoso Panel Principal; que como consecuencia de la obstaculización artificial del curso del agua, la cueva se inunda periódicamente y que estas inundaciones están destruyendo dichos grabados. Hemos publicado recientemente una explicación detallada del problema en la revista Karaitza, por lo que para no extendernos remitimos al lector a dicho artículo, fácilmente accesible en internet (Gorosabel y Urrutia, 2017).

Durante la sexta semana de exploración, en septiembre de 2016, la Dirección Arqueológica del yacimiento nos ordenó interrumpir los trabajos. Desde entonces y hasta la fecha de redacción de este artículo (febrero de 2018), la Diputación Foral de Bizkaia ha proseguido los trabajos en el interior de la cavidad sin contar con ADES Espeleología Elkartea.
IS-100 Armintxe II, Galería Desfondada. Grabado de una yegua preñada, deteriorado por las inundaciones. Foto: ADES

 

El futuro


Al margen de estos desencuentros, nosostros seguimos trabajando. Evidentemente, dedicamos una atención especial al entorno de Armintxe (ya que, para dar solución al problema de las aguas en la cueva IS-100, es imprescindible comprender la particular hidrología del resto de las cavidades circundantes, y de toda la colina de Armintxe). No obstante, y en la medida que nuestra zona de exploración principal son las comarcas de Urdaibai y Lea-Artibai, seguiremos investigando y protegiendo su karst en todos los ámbitos: biología, arqueología, hidrología, química, geología... Y es que ésa perspectiva integral es la más valiosa cualidad de los espeleólogos, y de la que carecen los especialistas monodisciplinares; es por ése motivo que tanto dichos especialistas como las instituciones responsables debemos formar parte del mismo equipo. Ésto es algo que la comunidad científica internacional tiene claro desde hace tiempo; esperamos que algún día comience a aplicarse también aquí.
IS-100 Armintxe II, Galería del Río Colmatado. Trabajos de topografía; el espeleólogo del fondo se introduce en la gatera que conduce al Panel Principal. Foto: ADES

Dos notas finales

  • En estos momentos, ADES Espeleologia Elkartea tiene catalogadas 111 cavidades en Lekeitio y alrededores; de ellas unas 30 se encuentran en el casco urbano. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que bajo los edificios puede haber más cuevas que desconozcamos. Si bien por razones de seguridad no podemos detallar la ubicación de las cavidades, los datos de nuestro catálogo son accesibles para investigadores e instituciones.
  • Los espeleólogos no podríamos realizar nuestras investigaciones sin la ayuda de los lugareños: son los habitantes de barrios y caseríos los que mejor conocen sus tierras. No es posible mencionar a todos los informantes; pero en representación suya valga recordar a Eustasio Arritola (informante en Lekeitio, años 1925-26), Norberto Urresti (Oleta, 1925), Pascual Algorta (Mendexa, 1926), Antonio Atxabal (Zatika, 1963) y el señor Uriarte (Gardata, 1963); y más cercanos a nuestros días a Txomin Okamika “Eluntzeta”, Pedro Arrizubieta, Jose Ramón Mentxaka, Bene Plaza y Antón “Pitxon”. Una gran parte de la información aquí publicada ha sido recogida con su colaboración y la de otras muchas personas. Por ello, en nombre de los espeleólogos de antes y de ahora, les transmitimos nuestro agradecimiento.

Txomin "Eluntzeta", Pedro Arrizubieta y sus amigos. Foto: ADES
Antón "Pitxon" y Bene Plaza. Foto: ADES
José Ramón Mentxaka. Foto: ADES

Bibliografía

Referencias mencionadas en el texto:

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