2022/08/06

"Pepetxo", un cántabro del s. XVIII en Amoroto

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"Pepetxo", un cántabro del s. XVIII en Amoroto


Oier Gorosabel Larrañaga
(ADES Espeleologia Elkartea)
txikillana@gmail.com

Resumen: hace algo más de doscientos, años, en una cueva del barrio llamado Atxurra, en Amoroto (Vizcaya) vivió un ermitaño conocido como "Pepetxo". Unos datos recientemente hallados nos han permitido identificarlo como Joseph Díaz de Castro, natural de Quijas (Reocín, Cantabria).

Referencias modernas

Entre los investigadores del karst de la comarca de Lea-Artibai (Vizcaya) se conoce desde hace tiempo la referencia a la "Cueva de Pepetxo". José Miguel Barandiaran la visitó en 1935, mientras realizaba excavaciones arqueológicas en la cercana cueva de Atxurra junto con Telesforo Aranzadi y Enrique Eguren. Publicó los resultados de aquellas observaciones en 1948.

 

Carta manuscrita de Barandiaran a Ernesto Nolte (Grupo Espeleológico Vizcaíno) el 28 de diciembre de 1962, reproduciendo el texto de 1948. Fuente: GEV. 1978. "Carta abierta a D. José Miguel de Barandiarán". Kobie 8:7-9. Bilbao.

Transcripción: "Cueva de Pepetxo / "En el pueblo de Amoroto (Vizcaya) extste una montaña llamada "Atxamonte". Una de sus laderas está bordeada por el arroyo de "Armiña". En esta ladera, que mira a Oriente, se abre la cueva conocida con el nombre de "Pepetxon-kobia" (la cueva de Pepetxo). Aquella parte del monte es propiedad de la casa "Atxurratxiki" que es también de Amoroto. El nombre "Pepetxon-kobia" (o "Pepetxon-kuebia", como dicen otros) le viene, según cuentan los vecinos de Amoroto, de que en aquella caverna vivió un individuo llamado "Pepetxo", de quien es fama que introdujo el cultivo de la patata en Vizcaya".

Situación y estructura geológica de la Cueva de Pepetxo. Fuentes: datu-basea13.wikispaces.com / Ramon Adan de Yarza / EVE.

 La cueva se abre pues en la cara este de la montaña denominada Atxamonte, en terreno perteneciente al municipio de Amoroto, aunque muy cerca de sus lindes con Berriatua. Actualmente  se encuentra dentro de una explotación forestal, aunque en la boca persisten vestigios de la vegetación autóctona (encinas). Presenta dos entradas, en rampa descendente, por las que se accede a una amplia sala, con una pequeña abertura en su techo, a modo de claraboya comunicada con el exterior; por medio de ésta podemos acceder a un nivel superior, donde una estrecha galería transita hacia el norte unos 25 metros. Desde la sala principal, una galería prosigue unos 15 metros hacia el oeste.

Topografía de la Cueva de Pepetxo. El signo "I.m" de la rosa de los vientos indica el norte magnético. Fuente: ADES.

El Grupo Espeleológico Vizcaíno (GEV), que venía operando desde la década de 1950, exploró también como es natural las cuevas de esta zona. Siguiendo las referencias de Barandiaran, los espeleólogos inspeccionaron la Cueva de Pepetxo el 25 de noviembre de 1962, en compañía del arqueólogo Juan María Apellaniz y el paleontólogo Jesús Altuna; les guió a la misma Antonio Argintxona, habitante del caserío Atxurra. Catalogaron asimismo varias cavidades más en las inmediaciones, que numeraron correlativamente: así, la cueva de la que hablamos fue denominada Pepetxo I, y las demás II, III, IV... Posteriormente estas cuevas han venido siendo citadas en numerosas ocasiones, y reexploradas por los grupos que han operado en la zona, como el Speleo Club Beti Goruntz de Bilbao.

El grupo de espeleología ADES comenzó su andadura en 1978 y, naturalmente, tenía noticia de estas cavidades de su zona. Sin embargo, no fue hasta 2012 cuando pudimos dedicarnos a buscarlas e identificarlas; con bastante trabajo y la imprescindible ayuda de los vecinos, pudimos localizar finalmente la célebre "Pepetxo I".

Cueva Pepetxo I, 1 de noviembre de 2012. Fuente: ADES.

 En nuestra labor de campo habitual procuramos recoger datos de todas las ciencias del karst; incluida la etnografía. Así, también quedó apuntada la nota de Barandiaran sobre el tal "Pepetxo" que vivió en esta cavidad, y archivada quedó sin mayor trascendencia. Pero, a veces, una información posterior arroja luz sobre elementos anteriores; y eso fue lo que ocurrió siete años después.

Referencias antiguas

En 2019 Aitor Iturbe Gabikagojeaskoa, de la revista "Kurik" de Lekeitio (dedicada a la investigación y divulgación de temas históricos de la localidad), se encontraba en el convento de los frailes carmelitas de la vecina Markina-Xemein (comarca de Lea-Artibai), concretamente revisando tres volúmenes manuscritos de la obra "Antigüedades de Vizcaya" de Juan Ramón Iturriza que se custodian en su biblioteca. Y en uno de ellos encontró la siguiente lista de los caseríos de Amoroto, con una pequeña nota marginal:

ITURRIZA, Juan Ramón. "Antiguedades de Vizcaya" (no tenemos la página o referencia exacta de la imagen). Fuente: Aitor Iturbe.


Transcripción: "Amiax andicua. En la sepultura de esta casa se enterro en 5 de mayo de 1797 Joseph Diaz de Castro, natural del Concejo de Quijas valle del Renin en la Montaña; el qual hizo vida heremitica en la Cueva de Achurra: fue soltero con Voto de Castidad".

El lector puede imaginarse nuestra emoción cuando Iturbe, conocedor de la labor del grupo de espeleología ADES, se acordó de nosotros y nos envió la fotografía del manuscrito.

Para evitar confusiones toponímicas, hay que tener en cuenta que la "cueva de Atxurra" mencionada en el documento de Iturriza probablemente no es la misma que hoy conocemos con ese nombre (Gorosabel, 2020); de hecho, la "Atxurra actual" (referencias VI-66/67 del catálogo GEV) no se conoció hasta 1882, cuando su boca inferior quedó a la vista tras una voladura en las obras de construcción de la nueva carretera Lekeitio-Markina; hasta entonces, la boca superior (donde Barandiaran localizaría un yacimiento arqueológico en 1929) no era ciertamente la más cómoda de la zona para ser usada como habitáculo. Por tanto, la "cueva de Atxurra" mencionada por Iturriza pudo ser cualquiera de las numerosas cavidades existentes en torno a este barrio rural. Pero es lógico pensar que, en el siglo XVIII, los lugareños pudieron haber dado un nombre distintivo a aquella donde se acomodó aquel ermitaño solitario y que pasarían así a conocerla como "la cueva de Pepetxo".

Detalle de la localización de Amiax (izquierda), barrio central e iglesia de Amoroto (centro) y la Cueva de Pepetxo (derecha). Fuente: Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

Una información lleva a otra; y tras publicar estas cuestiones en la memoria anual del ADES correspondiente a 2019 pudimos conocer todavía otro detalle: Jabi Aranguena, seguidor del grupo, nos hizo llegar una referencia del periódico "El Noticiero Bilbaíno" del 27 de junio de 1882, donde encontró un artículo sobre la cueva de Atxurra (la actual) haciendo referencia a una persona de la localidad que testimoniaba que "Teníase a este hombre por santo; todos los días venía a Amoroto a oír misa, y solo comía patatas que enseñó a cultivar y comer en este pueblo, donde eran desconocidas". Es emocionante esta referencia de un tiempo en que, sin duda, el recuerdo de este hombre todavía permanecía vivo en las conversaciones de algunas familias.

Conjeturas

A pesar de que en estas cosas es imposible una certeza del 100%, los indicios apuntan a que éste Joseph Díaz de Castro y "Pepetxo" pueden ser la misma persona: un cántabro de Quijas, municipio de Reocín (en el documento se menciona "Renín", pero parece un error de transcripción), provincia de Santander. Zona que no tenemos el placer de conocer, pero donde según tenemos entendido hay abundancia de cuevas; por lo que podemos pensar que Joseph ya estaba familiarizado con el medio subterráneo a su llegada a aquel remoto paraje.

Fuente y poyo en las cercanías de Amiax, lugar de descanso y tertulia. ¿Se reunirían aquí Pepetxo y sus amigos indígenas? Fuente: ADES.

 Una vez sabido todo esto, hemos podido prestar algo más de atención y ver con otros ojos los parajes circundantes a la cueva, reparando por ejemplo en la considerable distancia que existe entre la gruta y los caseríos de Amiax, acentuada por la abrupta orografía del terreno. La amistad que se fraguó entre los labradores y el ermitaño, estuvo precedida sin duda de largas caminatas entre uno y otro lugar.
Por otra parte, la cuestión de la identidad del eremita no deja mucho lugar a la duda. Pero también da pie a formular varias y sugerentes preguntas:

  •     ¿Cuándo nació Joseph Díaz de Castro?
  •     ¿Qué tipo de vida llevó en su juventud?
  •     ¿Por qué tomó la determinación de retirarse del mundo?
  •     ¿Cómo llegó a ése paisaje aislado? (donde en aquella época los caminos carretiles más próximos se encontraban a varias horas de marcha a pie)
  •     ¿Qué relación tuvo con los habitantes de la zona? (que, a la sazón, con toda seguridad eran vascohablantes monolingües).
  •     ¿Cuál es la primera referencia del cultivo de la patata en la comarca de Lea-Artibai?

En relación con este último tema, un compañero de grupo, Antonio García Gamero, ha podido realizar otra aportación más a esta fascinante microhistoria. El amigo Antuá localizó una tesis doctoral (Palanca, 2011) que nos aporta datos interesantes, como la fecha de la traída de la patata al País Vasco: fue exactamente en 1772, desde Irlanda, y a iniciativa de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, "para sembrarla en diferentes caseríos de Bizcaya y de Guipuzcoa". En efecto, en esta zona -uno de los focos principales de la Ilustración española-, fue habitual que los miembros de la Real Sociedad, muchos de ellos grandes terratenientes, introdujeran las innovaciones en las granjas de su propiedad, para que los arrendatarios ensayaran su cultivo. Indudablemente es en este contexto donde debemos situar las informaciones recogidas por el anónimo corresponsal de 1882, y por José Miguel Barandiaran en 1935: ecos de vivencias que se remontaban solamente una o dos generaciones atrás. Queda pendiente conocer cuál fue exactamente el papel que "Pepetxo" jugó en la expansión local del nuevo cultivo.

Dos generaciones han bastado para que el recuerdo de esta historia se borre totalmente de la memoria popular en esta comarca. Pero, poniendo negro sobre blanco lo que hemos podido averiguar, esperamos contribuir a su rescate sin perder la esperanza de que quizás, algún día, encontremos un nuevo cabo del hilo de donde tirar para conocer mejor la historia de Pepetxo, el cántabro.

Bibliografía



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